Cuba 2006: One day in Habana

Edel (botones del hotel) nos contactó con un taxista de Matanzas que sería el encargado de hacernos las veces de guía en nuestra visita a la capital. Yoel, así se llama, nos pasó a buscar muy temprano a bordo de su coche para emprender la ruta... Son algo así como 150 kilómetros de viaje, así que mejor arrancar con paciencia.
Durante el viaje hicimos algunas escalas fuera de programa que nos sirvieron para conocer un poco más la zona, siempre guiados por nuestro taxista experto.
Una vez en La Habana, comenzamos por la parte antigua de la ciudad. Dejamos a Yoel y quedamos en encontrarnos pasado el mediodía para tener tiempo de recorrer libremente.

La arquitectura de esta zona es maravillosa, portales y arcos rodeados de miles de columnas... La plaza parece sacada de una postal italiana, la catedral es magnífica y los bolichitos y tiendas de artesanías son muy pintorescos, pero al alejarse un poco del circuito turístico y caminar por callecitas laterales, encontramos otra realidad.
Una cantidad de viviendas en estado deplorable, al borde de lo peligroso... Los techos, los balcones, las escaleras, todo a punto de colapsar... es como la peor versión imaginable de los conventillos de San Telmo dentro de 100 años.


La visita siguió por Morro, en el fuerte que antiguamente vigilaba la entrada de la bahía desde una vista privilegiada. De alli al mirador del cristo, frente a la casa que ocupaba el Che Guevara, donde el mismísimo Fidel Castro nos tomó la foto de rigor. Luego fue momento del imperdible paseo por el Malecon, y de allí a recorrer todos los teatros... Lamentablemente no nos dejaron entrar a conocer ninguno. Aquí la burocracia gano la pelea :(


Pasamos a visitar el capitolio, en la zona centrica de la ciudad y de alli al monumento a Jose Martí, que se enfrenta, plaza de por medio, con el del Che... Por supuesto, acá hubo foto a pedido ;)

Antes de encarar el regreso al hotel, teníamos planeada una última parada en la sede del Ballet Nacional de Cuba, aunque con la suerte que veníamos teniendo, fuimos sin demasiadas esperanzas.
Al llegar Sole tuvo que apelar a cuanto nombre conocido recordaba, poner cara de cachorro mojado, pedir por favor e insistir hasta que finalmente (y para total sorpresa) nos dejaron pasar a visitar la escuela, recorrer los salones y espiar un rato de ensayos. Yo hice la recorrida convenciendo a todos de que soy bailarín... Ilusos, con un cuerpo como este, Por Favorrrrr!!!

Ah, a la salida Sole se encontró con la Recanatti, que estaba tomando clases por allá y además se pudo comprar una camiseta del Ballet.

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